jueves, 25 de diciembre de 2008

“LA DESTRUCCIÓN DEL TRABAJO DE DIOS”

Ahora resulta, según el Papa, que los homosexuales y lesbianas, son una amenaza para el mundo mundial. Para el Jefe de la Iglesia Católica, la persona que ha nacido con un cuerpo de varón, pero con el espíritu y los sentimientos de una mujer, o viceversa, son solo unos cuantos kilos de carne y de huesos. Por lo visto el sentimiento cristiano, de amor y comprensión, que la Iglesia ofrece a los “normales”, no debe ser igual. A los transexuales, hay que apartarlos como apestados porque son “una destrucción del trabajo de Dios”. Por eso la homosexualidad, como es tan “horrible y peligrosa”, está penalizada, como lo fue en la dictadura franquista, en más de 80 países, todos ellos tan “democráticos y liberales”, como Yemen, Irán, Sudán, la súper millonaria, petrolera, Arabia Saudita, y el “defensor de la mujer”, por antonomasia, con sus burkas fantasmales, Afganistán. En estos países, no se andan con chiquitas: al mariquita, se le ahorca, sin más. Por eso el mundo necesita una ecología que lo salve de estas personas; más o menos como se defiende a las selvas. Muchas personas ignorantes nos preguntamos: ¿dónde dejamos sus espíritus, y dónde encuadramos sus inteligencias?, que son tan sabias como las de cualquier ser “normal”, iguales a las de muchos religiosos que sienten atracción sexual por su mismo sexo. Menos mal que a estos negros hoyos, solo hay que apartarles la hojarasca del desprecio, del fariseísmo, de la intolerancia y de la falsedad, para que aparezcan ante los ojos, con luminosidad, la bondad humana, el amor, la verdad y la justicia social. La falta de todo esto, promoviendo el desprecio hacia millones de homosexuales, el Papa, con sus palabras, ha sobrepasado el respeto de la dignidad humana, sin tener en cuenta que cada uno debe poseer su propia sexualidad, y nada de lo real debe ser humillado con una encubierta y engolada homofobia, porque nadie en el mundo tiene un certificado de honestidad debajo del brazo. Yo creo que si Jesús viera el Vaticano con esas maravillas, para mí, excesivas, se preguntaría: ¿dónde está la aplicación de los Diez Mandamientos?. Por otra parte, yo veo lógico, y muy natural, que la Iglesia, como cualquiera, se meta con el Estado y sus cosas, pero es inadmisible que el Estado se meta en cosas de la Iglesia, como por ejemplo: que recaude impuestos, que pagamos todos, de todas las creencias, y que sirva para sufragar el proselitismo que luego usan contra les leyes del Estado. Yo, aunque sea una utopía, sugiero que las iglesias, todas ellas, sean del signo que sean, las mantengan sus fieles con sus óbolos y limosnas. No sé, pero me parece que muchos homosexuales de todas las creencias religiosas, incluida la católica, muy dolidos y despreciados, ante estas manifestaciones, se preguntarán: ¿quién es el que defiende al mundo, del Papa?.

2 comentarios:

arturo dijo...

Muy bueno Juan. Desenmascaras el fariseísmo de la cúpula eclesiástica.
Hablando de otra cosa, tienes que eliminar la repetición del texto que aparece en el "post".

Juan J. Aranda dijo...

Gracias Arturo. Ya lo he borrado.