EDUCACION Y FORMACION
Hace ahora casi ochenta años existía una frase muy famosa en Melilla: “En el Rif quien desfila primero es el Banco de España, a continuación la Policía y Regulares, y finalmente, los españoles”. Eran los años en que también se dio a conocer el proverbio rifeño: “El resto de las kábilas danzan al son del tambor de los Waryaghli (Beni Urriaguel)”. En la actualidad, leyendo algunos artículos publicados en este diario, alguien muy mal pensado, puede creer que estamos en la segunda década del siglo pasado, cuando España llevaba pocos años en el Protectorado de Marruecos; gobernando los cinco territorios, compuestos por las sesenta y seis kábilas, después de que Francia se quedara con: “El rico bocado de Taza, los fértiles campos del Werga, y las llanuras, con tantas riquezas escondidas del Garb, mientras que a España le dejó: el Hueso de Yebala y la Espina del Rif”. Obviamente, ahora ya no desfilan nuestra policía, ni tampoco los Regulares, pero sí que el Banco de España, con su espina del Rif clavada en su alma, y el hueso de Yebala cargado con dignidad, abona, por medio de los Presupuestos Generales del Estado, los que pagamos entre todos, los gastos que originan los marroquíes, provenientes de esas sesenta y seis kábilas, y de otras muchas más, incluidos, claro está, los de la “inercia” de los 80, con sus dobles nacionalidades, y sus hijos, nacidos éstos en España, y tratados como a cualquiera que hayan nacido en Cáceres o en Logroño.
Sobre la educación, mucha gente, incluidos algunos padres, la confunden con la formación. Aquélla se adquiere en los hogares, con papá y mamá, desde muy chiquitito, enseñándoles, entre otras cosas, por ejemplo: no dañar el mobiliario público, no lanzar piedras a los autobuses, no escupir, ni “sonarse” los mocos en la vía pública, porque eso está asqueroso, o sea, tener un comportamiento civilizado. En fin, esas cosas que comúnmente llaman urbanidad, y buenos modos. Y la formación, ya lo dice la misma palabra: formar, que es en las aulas donde se adquiere el desarrollo, o la aptitud, para que en el futuro se pueda vivir con la dignidad propia del ser humano.
Claro que si en España, alguien cree que algunos políticos tienen un “indigno comportamiento” y dañan, y lesionan, sus derechos culturales, lo que deben hacer sin más dilación, y prontitud, es reclamar a los que están gobernando, y a las instituciones competentes que apliquen el art. 3º/ 3 de la Constitución, y el art. 5º/ H del Estatuto de la Ciudad Autónoma, al pie de la letra, y no acomodar sus escritos, solamente a un determinado grupo político, se llamen Yamina, Bartolomé, Antonia o Abdelkader, porque tanto los unos como los otros, todos ellos, con sus aciertos, sus demagogias, y sus buenos sueldos, representan a los ciudadanos, hablen éstos el castellano y el chelja, o solamente la lengua de Cervantes.
lunes, 5 de enero de 2009
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