PUBLICIDAD EN EL BUS
En las cajetillas de tabaco se puede leer que si fumas su contenido, perjudica mucho tu salud, además que, por el alquitrán y todas las mierdas que contiene cada pitillo, puedes palmarla de cáncer de pulmón, o de laringe. Por eso a los menores de edad les está prohibido adquirirlas en los establecimientos, como los estancos, los kioscos, que para mí éstos siempre serán los “carrillos”, donde alquilábamos los tebeos por dos gordas, y las novelas de Corín Tellado, o de Marcial Lafuente Estefanía, por dos reales. También el alcohol, léase: güisqui, o ron, a los menores les está vedada su compra en las tiendas, aunque algunos mayores sin escrúpulos se las compran, y también se las venden, y luego vienen las borracheras, con sus peligrosos comas etílicos incluidos. Eso de la cajetilla de tabaco es una publicidad muy recomendable para todo el mundo, porque ya se sabe que el fumar es muy malo, y más aún si son los que algunos llaman: “cigarritos de la risa”. Sobre la publicidad, ahora resulta que en los autobuses de Barcelona, y más tarde en los de Sevilla, Zaragoza, Bilbao, y Valencia, se podrá leer: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”, con otra: “Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Creo que en sus frases finales, quieren decir lo mismo: los unos que no nos preocupemos, y que disfrutemos de la vida, y los otros igualmente, pero que sea junto a Cristo. No sé, pero me da la impresión que algún “mascabrevas”, con estas frases, se lance a la calle queriendo “iluminarnos” la vida a los demás, y habrá quienes aporten una pasta gansa para que sus bombillas, tanto ateas como católicas, no se apaguen nunca. Yo estoy en que la publicidad en los autobuses, en vallas, o en cualquier otra parte, se pueda seguir viendo una señora ligerita de ropa, con los ojos caídos, y los labios besucones, mirando a un joven bien parecido, en bañador, donde se le noten sus atributos masculinos, como a los toreros, con su apretada taleguilla, y que su barriga diste mucho de ser cervecera, y todo para anunciar un desodorante, o una colonia, con olor a lavanda, con el nombre de algún actor de moda. También un coche, que te puede costar un huevo, y que a los dos años te está pidiendo taller, mientras se lo estás pagando al banco, que el Gobierno le ha entregado un pastón, de todos nosotros, para que abone lo que debe a sus colegas extranjeros. A mucha gente le agradaría saber que ya es hora de que se acometa en España la separación de la Iglesia y el Estado, y que cada cual crea en lo que más le guste, y convenga. Yo conozco a varias personas que no creen en Dios, y son tan felices, y tan buenas de corazón, como el mejor de los creyentes. Además, entiendo que decirle a la gente que piense por sí misma, no creo que pueda ser nada malo. Dice Fernando Savater: “El laicismo no persigue a los creyentes, sino que da campo abierto a todas las creencias por igual, pero siempre en la conciencia de cada cual”. Existe otra frase que muy bien puede cuadrar a todo esto: “Por la libertad de culto, sé culto”.
domingo, 11 de enero de 2009
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