UNA CHARNEGA MUY LOCUAZ
En Barcelona, en las décadas 50 y 60 del siglo pasado, un charnego era alguien, hijo de padre catalán y madre originaria de otra región, o viceversa. Este apelativo, algunos, que lo tomaban peyorativamente, lo recibían de malhumor, y otros, sin importarles un carajo, sonreían olímpicamente. Digo esto porque la diputada del Parlamento Catalán, Monserrat Nebrera, dice en su blog que sus abuelos (no dice si son paternos o maternos), eran naturales de Baeza, (Jaén), por lo tanto algo de charnega tiene, ya que ella dice que es andaluza en un 50%. Yo me imagino que estos abuelos habrán sentido algo de bochorno al oír los comentarios que su nieta hace del acento de su tierra, al decir que la ministra Magdalena Álvarez, que es de Cádiz, y criada en Málaga: “(…) tiene un acento de broma, y de chiste malo; es chulesco y atragantado, agigantado en su incomprensibilidad por el hecho de ser andaluza”, y que cuando llama a Córdoba no entiende lo que le hablan, y para acabarlo de arreglar dice que la ministra tiene acento chulesco, insultante y barriobajero: “¡es, chula!”, dijo. Para los andaluces esto ha sido un eructo apestoso, o pedo bucal, como diría un buen amigo que, debido al clorhídrico estomacal, ha dejado un hedor, en el ambiente político, a butifarra, con monchetas avinagradas. Para otros es lisa y llanamente un rebuzno, lanzado por una pija charnega que se cree superior a los andaluces. También hubo, como Vidal Cuadra, el que tiene la voz quebrada, que puso de chupa de dómine a Blas Infante; y Ana Mato, la que se le ocurrió decir que los niños andaluces eran “prácticamente analfabetos”, y que alguien en Melilla quería darle un premio por algo que estaba obligada a hacer en Europa, porque para eso cobra sus buenas dietas; pero si se fijan, los tres son del PP. Por otra parte me gustaría saber la opinión de esta parlamentaria catalana, con su 50% de andaluz, cuando Aznar tanto hizo disfrutar a sus enemigos políticos, por su buen acento de tejano, hablado en la misma Tejas de los USA.
Javier Arenas, el que lleva 30 años sin comerse una rosca en Andalucía, por su falta de capacidad de echar a Chaves, junto a su heraldo, Antonio Sanz, dice que la catalana no representa al PP porque no tiene un cargo orgánico. No sé, pero, entonces: ¿a quién representa esta señora en Cataluña?.
He leído que el PSOE le va a enviar, (quizás ya lo tenga en sus manos), las obras de Juan Ramón Jiménez, para ver si entiende, aprende, pide perdón a los andaluces, y reconduce su desprecio al acento de esta tierra. Yo, la verdad es que en vez de las obras del escritor de Moguer, que deben costar un pastón, le enviaría los cagajones de su “Platero”, para que ayudara, con su estiércol a fertilizar sus macetas y plantas, que imagino tendrá en su casa.
En Barcelona, en las décadas 50 y 60 del siglo pasado, un charnego era alguien, hijo de padre catalán y madre originaria de otra región, o viceversa. Este apelativo, algunos, que lo tomaban peyorativamente, lo recibían de malhumor, y otros, sin importarles un carajo, sonreían olímpicamente. Digo esto porque la diputada del Parlamento Catalán, Monserrat Nebrera, dice en su blog que sus abuelos (no dice si son paternos o maternos), eran naturales de Baeza, (Jaén), por lo tanto algo de charnega tiene, ya que ella dice que es andaluza en un 50%. Yo me imagino que estos abuelos habrán sentido algo de bochorno al oír los comentarios que su nieta hace del acento de su tierra, al decir que la ministra Magdalena Álvarez, que es de Cádiz, y criada en Málaga: “(…) tiene un acento de broma, y de chiste malo; es chulesco y atragantado, agigantado en su incomprensibilidad por el hecho de ser andaluza”, y que cuando llama a Córdoba no entiende lo que le hablan, y para acabarlo de arreglar dice que la ministra tiene acento chulesco, insultante y barriobajero: “¡es, chula!”, dijo. Para los andaluces esto ha sido un eructo apestoso, o pedo bucal, como diría un buen amigo que, debido al clorhídrico estomacal, ha dejado un hedor, en el ambiente político, a butifarra, con monchetas avinagradas. Para otros es lisa y llanamente un rebuzno, lanzado por una pija charnega que se cree superior a los andaluces. También hubo, como Vidal Cuadra, el que tiene la voz quebrada, que puso de chupa de dómine a Blas Infante; y Ana Mato, la que se le ocurrió decir que los niños andaluces eran “prácticamente analfabetos”, y que alguien en Melilla quería darle un premio por algo que estaba obligada a hacer en Europa, porque para eso cobra sus buenas dietas; pero si se fijan, los tres son del PP. Por otra parte me gustaría saber la opinión de esta parlamentaria catalana, con su 50% de andaluz, cuando Aznar tanto hizo disfrutar a sus enemigos políticos, por su buen acento de tejano, hablado en la misma Tejas de los USA.
Javier Arenas, el que lleva 30 años sin comerse una rosca en Andalucía, por su falta de capacidad de echar a Chaves, junto a su heraldo, Antonio Sanz, dice que la catalana no representa al PP porque no tiene un cargo orgánico. No sé, pero, entonces: ¿a quién representa esta señora en Cataluña?.
He leído que el PSOE le va a enviar, (quizás ya lo tenga en sus manos), las obras de Juan Ramón Jiménez, para ver si entiende, aprende, pide perdón a los andaluces, y reconduce su desprecio al acento de esta tierra. Yo, la verdad es que en vez de las obras del escritor de Moguer, que deben costar un pastón, le enviaría los cagajones de su “Platero”, para que ayudara, con su estiércol a fertilizar sus macetas y plantas, que imagino tendrá en su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario