sábado, 31 de enero de 2009

la vida al revés

LA VIDA AL REVÉS
Joaquín Salvador Lavado, “Quino”, dibujante humorístico, decía en una de sus viñetas: “Siempre he pensado que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: uno debería morir primero, para vivir después. Primero, vivir en un asilo hasta que ya no seas tan viejo y puedas salir de allí. Entonces empiezas a trabajar durante 40 años, (o más), hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Luego fiestas, parrandas, alcohol, diversión, amantes, novi@s, hasta que estés listo para empezar la secundaria. Después pasas a primaria, y eres un niño que se pasa el día jugando sin responsabilidades de ningún tipo. Luego pasas a bebé y te encuentras en el vientre materno. Ahí pasas los mejores 9 meses de tu vida, flotando en el tibio líquido amniótico hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo (el de tus padres)”. Se imaginan ustedes al aragonés, regeneracionista, Joaquín Costa, si de niño hubiese leído cuando de mayor escribió: “Escuela, despensa y siete lleves para el sepulcro del Cid”, o que España debía dejar de ser gobernada porque quienes debieran estar entre rejas en Ceuta, en un manicomio, o sentados en el banco de una escuela. También a Franco, de niño en Ferrol, (aún no era Del Caudillo) leyendo cada una de sus firmas de sentencias de muertes, y el: “Cautivo y desarmado el ejército rojo….”. Yo me imagino a mi mismo, escribiendo para este periódico, cuando era un chaveílla, en los meses de la cría de los gusanos de seda, cuando mi primo Juan y yo, íbamos andando hasta el Hospital Doker, donde había un árbol de moreras muy frondoso, junto a la vía, que sus hojas nos proporcionaban la comida para los gusanos. (La insensatez ha dado lugar a que ése árbol ya no exista). Otra imagen es la de un niño cualquiera frente a una casa de putas, o “Casa de Venus”, que fue un lupanar jardín, donde él, de mayor, iba a que las mujeres, que eran como magnolios y jazmines olorosos, lo abrazaran íntimamente. A Aznar, vestido de comunión, observando la fotografía de Las Azores, o con sus pies encima de la mesa de Busch. A Felipe González, cuando cuidaba las vacas de su padre en Sevilla, firmando, como Presidente del Gobierno, la adhesión de España a Europa. A Rajoy, cuando era estudiante en Pontevedra, verse sufriendo como jefe de una oposición (espías incluidos) que baja en picado en intención de votos frente a Zapatero, a pesar de la tremenda crisis, que azota al mundo entero, que no solamente a España. A Miguel de Unamuno, correteando de niño, por el barrio viejo de Bilbao, leyendo unos versos de cuando tenía 60 años, desterrado en Fuerteventura: “Voy ya, Señor, a los sesenta, historia/ larga mi vida de tenaz empeño, / y siento el peso del eterno sueño / que llega con la carga de la gloria/”.
Como el humor siempre ha sido algo parecido a un misil que derriba las defensas de la compostura, existe un refrán, que no sé si vendrá bien a este humilde escrito; dedicado a la mujer que, con el paso de los años, va para quedar soltera: “De quince a veinte, que venga, tenga y convenga. De veinte a veinticinco, que venga y tenga, aunque no convenga. De veinticinco a treinta, que venga, tenga o no tenga, y convenga o no convenga”.

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