EL HIYAB, LA CULTURA Y MACHADO
La diputada del parlamento belga, en tercera generación, de origen turco, Mahimir Özdemir, cuando tomó posesión de su cargo, dicen que provocó una pequeña conmoción entre sus compañeros, motivada por hacerlo cubriéndose la cabeza con el hiyab. Por lo visto en la actualidad ya nadie le da importancia a ese hecho, y más si como a preguntas de un periodista español, sobre las relaciones prematrimoniales, las de homosexuales, y los matrimonios entre personas del mismo sexo, fue taxativa: “ Está en la ley belga”. Ella dice, y con toda la razón, que el rostro debe estar descubierto, porque es el único modo de identificar a la persona, ni tampoco debe haber una dictadura de la vestimenta, ni para imponerla ni para prohibirla. La verdad es que hay que aplaudir a esta mujer. Se imaginan ustedes, por ejemplo, a Rosa Aguilar, otrora alcaldesa de Córdoba, y “joya de la corona” de los comunistas, y ahora flamante diputada independiente, del Parlamento Andaluz, si cuando tomó posesión como Consejera de Obras Públicas y Transportes, en vez de hacerlo con su vestido de rojo chillón, como su pensamiento político, hubiera ido enfundada en un traje de faralaes, y tocada -¡ele la grasia!- con un elegante sombrero de su tierra cordobesa. Estoy casi seguro que, dado el carácter que se gastan por estos lares, hasta la hubiesen aplaudido con todo el entusiasmo. Porque estarán de acuerdo conmigo, que esa vestimenta en las mujeres de esta tierra, igual que el traje corto en los hombres, son signos de la identidad de la región, independientemente de la religión que profese cada cual.
En nuestra ciudad, desde hace unos años, y de cara al turismo, nos vienen bombardeando con un slogan, que este que les escribe, como muchos que callan, -y no sé porqué-, opinamos que solo hay una, y muy clara que es: la occidental-española. Yo creo que la mejor manera de decir es: multi-étnica. También podríamos llamarla: diálogo inter-étnico, o dialogo: inter-confesional, pero no creo que sea: inter-cultural, cuando la verdadera y genuina cultura que existe en nuestra ciudad es la occidental-española. Claro que sobre esto que cada cual opine lo que le venga en gana, la mía es la que han leído. Aunque, por otra parte, si el diálogo se hace bien, acaba por ser transparente, y a veces hasta familiar, con todas las cosas, pero eso si, que jamás sea impuesto, porque cuando alguien quiere imponerte su opinión “escrotalmente”, te da algo de grima, y al final esta grima se convierte en desdén, o menosprecio. El insigne poeta, D. Antonio Machado, perseguido por Franco, y muerto de tristeza, en Collioure, Francia, decía: “Tu verdad, mi verdad. No. La verdad, y vamos juntos a buscarla”.
sábado, 4 de julio de 2009
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