EN MEMORIA DEL CAPITÁN DE ARTILLERÍA DON ALFREDO ROGERS MATHI
Hablando con un buen amigo, me comentaba, que ha visitado la exposición expuesta en el Casino Militar con motivo de la “Guerra de Margallo” o “Guerra del 9”. Esto me hizo recordar que, según la revista nº 2 de “España en sus Héroes”, el día 20 de julio de 1909, hace ahora un siglo, el Capitán de Artillería, don Alfredo Rogers Mathi, jefe de la Batería de Montaña de la 3ª Brigada, cayó heroicamente en combate, en la 2ª Caseta. Pero comprobando la relación de los que están clasificados, que son nueve mil trescientos cincuenta y seis (9.356) héroes que hay enterrados, y clasificados por sus nombres y apellidos, en el Cementerio de la Purísima, este héroe fue “muerto por arma de fuego el 28 de julio de 1909”.
Esto es solo una anécdota de transcribir un número, que apenas tiene importancia; pero la que sí la tiene son esos miles de muertos, enterrados y clasificados, que mucha gente parece ignorarlos en estos tiempos. Para otros, cargados los ojos de lágrimas encerradas, es como una vieja rosa roja, que aun conservamos fresca, la que nos parece una herida entre las manos que cada año, virtualmente algunos, depositamos en sus tumbas silenciosas. Sus flores, depositadas en jarros de cristal y latas, alimentan esa soledad que tienen los sepulcros, con la pena de muchos familiares, cuando se alejan después de un sepelio. El silencio de sus patios, siempre conmovedor, cuando te asomas a las murallas frente al mar, te invita a la reflexión. Su Ángel de Bronce, gigantesca estatua, dominando el camposanto, todo lleno de héroes, silenciosos testigos que son de los rezos y llantos por ellos.
A muchos melillenses, españoles de aluvión, creo que estos hechos debieran hacerles reflexionar, y eternamente agradecer a estos héroes, que sus vidas las entregaron por nuestra patria, y por nuestra ciudad, nuestra Melilla, que es la que en la actualidad ellos disfrutan, en el clima democrático, y de libertad, igualmente como los de cualquier español. También debieran tener en cuenta, que la mayoría silenciosa en la ciudad, con su perenne síndrome de Estokolmo, siempre es la que calla, pero que no otorga, siendo la que juzga con más severidad.
domingo, 19 de julio de 2009
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