ICONOCLASTAS
El pasado, como la Memoria Histórica, sin ser para nada un exégeta, hay que explicarlo con toda la objetividad posible, comentarlo, y glosar las palabras; pero siempre sin dañar a nadie; y no incidir, a estas alturas, llamando iconoclastas a las turbas que quemaron iglesias en los años 30, porque es como rizar el rizo, con el cuento de nunca acabar: “y tú más”. Porque si aquélla gente fueron unos bestias salvajes, tampoco le andaban a la zaga los otros, uniformados, cuando entraban en los pueblos ocupados. Además que la palabra se las trae, “iconoclasta”, que con solo coger un diccionario dice: “Hereje del siglo VIII, que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, destruyéndolas, y persiguiendo a quienes los veneraban”. Alguien opina que estas izquierdas son unas rencorosas, cuyo principal dirigente, el socialismo español, creador de leyes, director de conductas y asociaciones juveniles, creo que le obliga a recordar, por ejemplo, cómo era aquélla España, donde los ricos decían que en las casas de los pobres había mucha dignidad, cuando lo que verdaderamente había mucha hambre, cuyos gobernantes mantenían en la miseria a la mayor parte de la población, mientras calmaban su rencor con las obras de caridad, que llamaban: Paz, Trabajo y Progreso. Paz con un millón de muertos, y miles de ellos en cunetas perdidas, mientras que los muertos, llamados caídos, del bando ganador figuraban en lápidas y “Cruces de los Caídos, por Dios y por España”. El Trabajo, con cientos de miles de trabajadores en el extranjero, y con el famoso sindicato vertical, que solo representaba al empresario; y el Progreso, que nos dejaban hacer, con cuenta-gotas, las demás naciones, después de expulsarnos de su Asociación, (actual ONU) motivado por la no existencia, ni por asomo, de una pizca de libertad, aunque, eso si, el dictador fuese bajo palio en las iglesias, acto que algunos guasones decían que eso era la hostia, y otros la rehostia. Entonces se “disfrutaba”, en los primeros años del franquismo, de una gran herencia de dolor, destrucción y miseria. Sobrevivir era el único objetivo de los españoles, y más de los perdedores, tanto sus viudas, como sus hijos. Quizás debe también hacer memoria, y recordar que estas mismas izquierdas actuales, tan “rencorosas”, y con los genes iconoclastas de aquéllas, son las que pactaron en Toledo (1985), con todas las fuerzas políticas, unas pensiones, que para algunos fueron miserables, aunque trabajaron toda su vida, con los mismos derechos que otros, que durante 40 años disfrutaron de unos privilegios que el dictador les concedió, las triplicaban, aunque fueran tan prostáticos, tanto los unos como los otros. Yo creo que el que pasó frío y hambre de chico, tendrá frío y hambre siempre; igual que el meapilas que odia desde pequeño; odio que no se le ira de la mente hasta que deje de respirar ese rencor por los poros de su cuerpo, que no de su alma. Yo siempre que leía el parte de guerra en una de las puertas del Parque Hernández, en la Plaza de España, me preguntaba: si el Ejército Rojo, cuando acabó la guerra, estaba desarmado y cautivo, ¿porqué hubo esa represión tan brutal sobre ellos durante 40 años?.
sábado, 25 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario