sábado, 14 de noviembre de 2009

Un partido partido en pedazos

El sentido racional que está teniendo Rajoy en esta recién estrenada legislatura, apoyando al Gobierno en temas como el terrorismo, es muy loable y debemos felicitarnos todos; incluidos los que no le hemos votado, cosa que ha producido desagrado en las filas de los conservadores de la derecha montaraz. Eso es lo que se llama ser un verdadero líder de oposición, que ha dejado atrás la bronca, los insultos y las malas formas con que le brindaron a Zapatero en estos cuatro últimos años. Recuerdo las zancadillas que le hicieron a Suárez sus mismos compañeros, obligándole a dimitir. Los restos de aquél naufragio con que construyeron el nuevo PP, fíjense que Fraga decía:”a mi derecha, nadie”, debieran guardarlo en una gran urna con antipolilla para la Historia, y dejar que trabaje, con los tiempos modernos, la savia joven de la democracia, que los hay muy buenos. Por el bien de esta democracia, yo espero que Rajoy aguante los embates de esa desbandada, porque una oposición fuerte y unida es la que necesita España, y no el circo que le tienen montado, donde le están creciendo todas las personas bajitas –enanos, con perdón-, como el que vemos en televisión en la calle Génova, con insultos, pancartas y broncas a los moderados, como lo es Gallardón, que más bien se parece a las ocho manifestaciones que le montaron a Zapatero en la anterior legislatura, donde se podían ver a obispos y curas con gorras para el ardiente sol. Son los mismos que lo vitoreaban, y las mujeres que besaban su sonrisa barbada, llena de afabilidad, y aplaudían a su “niña” en los mítines de hace pocos meses.

Yo veo a Rajoy como un único torero en el ruedo político de su partido, enfrentándose con seis miuras y también, injustamente, el que recibe todos los abucheos de sus compañeros desde el tendido siete, que es, según muchos aficionados de Las Ventas, de donde salen los insultos hacia los malos lidiadores, a pesar de haberles cortado a cada uno de ellos las orejas y los rabos.

Como dice Manuel Rivas, yo de él los pondría a todos a estudiar Educación para la Ciudadanía.

Un partido de futbol entre niñosricos y niños pobres

Leyendo el último artículo: “El Balón”, de Manuel Vicent, (El País, domingo 06/09/09), refiriéndose a un partido de fútbol en un arrabal, entre niños ricos y niños pobres, mientras los pobres daban patadas a una pelota de trapo, los ricos lo hacían sobre un balón de verdad, siendo éste de propiedad de un niño rico y caprichoso, que cuando invitaba a los pobres -por lástima- a jugar un partido, y estos le iban ganando, sin mediar palabra, cogía su balón y: ¡hale, se acabó!, como el balón es mío, aquí no juega nadie. Vicent, haciendo un símil del niño rico y su balón, con la derecha española, se refiere a que este grupo político se ha creído siempre dueño del balón, cuando propiamente es el Estado el dueño del balón de reglamento, con el que todos tenemos el derecho a jugar con él, respetando las instituciones, que para el caso son ese reglamento. Dice Vicent que “cuando el PP se siente perdido, atrapado por la corrupción de algunos de sus políticos”, se cabrea y, sin inmutarse, carga contra todo lo que se menea, comportándose como el niño rico, dueño del balón: “como me estáis metiendo tantos goles, me llevo “mi” balón, ¡hale!”. El escritor castellonense dice que la izquierda debería saber –a estas alturas- que solo será admitida en el juego si conserva intacto su “acomplejamiento de okupa en el partido de fútbol”, comportándose como invitada, o a lo sumo como realquilada, respetando las reglas del amo, puesto que la derecha se siente por naturaleza la dueña de la cancha, del balón, y del árbitro”. Yo digo que cuando en España todo marcha cojonudamente, la derecha no reparte nada de beneficios, siendo todo de ella, y para ella; pero cuando va mal, como ahora ocurre en el mundo mundial, los sacrificios que los sufra la izquierda.

Hay que predicar con el ejemplo

La adolescencia, y juventud, transcurridas durante el periodo de la dictadura, para algunos de mi edad, fue algo severo: “Hijo, tú nunca te metas en política, ni te apuntes a ningún partido”, me decía mi abuela. Quienes podían hablar de política eran los políticos, o sea, los “jerifaltes” del régimen; y quienes osaban hacerlo en las siniestras trastiendas de la dictadura, a escondidas, claro está, o los fichaban por rojos, o los encerraban en la cárcel. Y si te hacías amigo de personas de dudosa afinidad política, tus jefes, te decían que eras un “rojete alborotadillo”, cuando realmente eras un fiel cumplidor de tu trabajo, con un inmaculado expediente. Otros, cuando te veían con un libro, o periódico, debajo del brazo, te decían que eras un “sobaco ilustrado”. Y cuanta razón llevaban, porque algunos de esos libros, forrados con papel de estraza, eran de poetas mal vistos por el régimen, como Antonio Machado, que leías, con un ojo avizor, en los vagones del metro, o en tu cuarto realquilado: “Se le vio, caminando entre fusiles,/ por una calle larga,/ salir al campo frío,/ aun de madrugada./ Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle la cara./ Todos cerraron los ojos;/ rezaron: ¡ni Dios te salva!. / Muerto cayó Federico/ (…)”. Muerto Franco, cuando el advenimiento de la democracia, los que ya éramos adultos, y con unas grandes dosis de candidez, y de romanticismo, nos sentimos como agraciados, aunque con la pena de que fuese por la herencia de la sangre, el sudor, y muchas lágrimas, que nos dejaron nuestros mayores por el camino. Entonces todo el mundo creía en el espíritu de servicio que todo político debe tener al ocupar un cargo público, sea en el gobierno o en la oposición. En la actualidad el espectáculo tan bochornoso que algunos de ellos nos están brindando a la ciudadanía, es de una desfachatez, rayana en la desvergüenza supina. El ejemplo, sin nombrar el chaparrón que le está cayendo a diario al PP, el alcalde de Alcaucín, pueblo cercano a Vélez Málaga, ya no pertenece al PSOE, sus dirigentes, fulminantemente, le han dado puerta por su detención al ser imputado en una trama de hechos delictivos. Al de Alhaurín el Grande, del PP, el que dijo que estábamos en la república bananera de Zapatero, en vez de hacer con él igual, un compañero suyo dice que es “una persecución política del PSOE, en connivencia”, pero no dice con quién es esa connivencia. Todo esto de mirar la paja en el ojo ajeno y no darse cuenta de la viga que se lleva en el propio, viene a cuento cuando aquél mal estudiante que enumerando, a petición del profesor, las propiedades características del sulfhídrico (azufre e hidrógeno) al buen tuntún vino a decir que era un ácido de olor agradable, y como el profesor, asombrado, porque ese ácido huele a demonios, o a huevos podridos, le pasase una muestra por la nariz, el estudiante cínico y caradura, con teatral delectación, como si oliera un bizcocho, relleno de crema, exclamó: “¡Y a mí, que me gusta..!”.

Mi opinión sobre el Levantamiento del Stio de Melilla (1775)

Hace unos días se celebró el 233 aniversario del Levantamiento del Sitio, y como era lógico y natural, los de CpM no han acudido al evento. No sé, pero creo que ese gesto les honra, a ellos solamente, claro está, y no acuden quizás porque fue una derrota del Sultán Mohamed, y de sus hijos Alí, y Maimón. Nuestra bandera, como dice Imbroda, “nos da amparo, y es como un manto a todos los melillenses”, y yo pregunto: ¿de verdad que se consideran españoles?, porque melillenses si que lo son, si es que tienen la nacionalidad española, y no como algunos que poseen las dos, como aquello de estar en Pinto y en Valdemoro, o en Beni Enzar y en la Hípica, o también en las Verdes y en las Maduras, que más bien en estas últimas. El Presidente dice que ese acto se celebrará “hasta que los melillenses quieran, aunque los que después sigan gobernando tendrán que seguir haciéndolo porque este acto no se puede terminar”. La tradición, la convivencia, y la Historia (ésta, con mayúscula) jamás debemos apartarlas de nuestra vida diaria; porque son las nuestras, tan españolas, como las fallas valencianas, o la Feria de Abril sevillana, sin aditivos extraños, provenientes del otro lado de Beni Enzar, que las hacen ser descafeinadas para muchas miradas ignorantes, algunas capciosas y descalificadoras desde esta otra orilla peninsular; como algunos programas de TV, donde únicamente sacan la inmigración y los barrios del arrabal, como los del Príncipe Alfonso, La Cañada de la Muerte, o el de Los Cuernos, omitiendo lo que los distintos gobiernos del Estado, en todas las épocas, han invertido en la Ciudad, y que los locales, con sus tiras y aflojas, dimes y diretes, han llevado a cabo como mejor han podido, resultando lo que hoy podemos disfrutar en nuestras calles.

Aunque sea “un acto oficial, y a veces, al margen de la vida cotidiana”, para mucha gente no nos valen disculpas hacia nadie, y mucho menos a los que son representantes de los que los han votado; cosa que si un político acude a ella, que sea en representación de su partido, o sea, de esos miles de personas, y no ir sola y de “esquinilla”. Porque ya me gustaría saber si la representante del PSOE acudió en representación de su partido o fue por propia iniciativa personal, que también es de admirar.

El señor Aznar, ¡ay!, señor José María, patético héroe de Perejil, el mejor Presidente de la democracia, según los suyos, aun siente de veras que hizo lo que debía, al enviar tropas a Irak, a pesar del gran clamor de toda España donde le decían, ladrando el rencor por las esquinas: “¡No a la guerra!”. Según este señor: “En Irak hay libertad, seguridad no idílica, pero buena”. Pienso que alabando la virtud, como es la discreción, Salomón dijo: “Quien guarda su boca, guarda su alma”. Y en nuestro refranero se suele decir: “Yo sé que me sé, mas esto callarlo he”.

La placidez en el franquismo

La anciana, con su exquisita bondad de madre sufridora por la muerte de su único hijo, fusilado en la guerra del 36, le hacía ser una viejecita de belleza trágica. Su marido, un aragonés culto y noble de espíritu, era el guardián de sus temerosos silencios en el hogar. Eran unos de tantos profesores depurados que daban clases en sus hogares, y que hablaban inglés, francés y ruso. Muchas tardes, sin haber almorzado, por carecer de dinero para comprar comida, ella rascaba las cuerdas de un viejo violín y él la acompañaba aporreando un piano vertical. Eso sí, esto lo hacían, plácida y sosegadamente, pero con mucha hambre. También pertenecían a un grupo de clac, donde acudían una vez al mes al teatro para ver siempre las reposiciones de zarzuelas. En el mismo rellano de escalera vivía una mujer octogenaria, que decían que en su juventud había sido una hermosa cupletista. A esta señora se le iban yendo poco a poco las palabras, que jamás volvían, llegando al mutismo que le impuso el señor Alzheimer. Al atardecer se le podía ver, como un galgo con sus huesos destartalados por el reúma, del brazo de sus vecinos profesores pasear, con el mordisco del hambre en su estómago, también plácida y sosegadamente, por el Barrio Chino. A ella le fusilaron a su marido por pertenecer a un sindicato, pariéndo un hijo póstumo al acabar la guerra, y que a los pocos meses murió, con mucha hambre; también el angelito, muy tranquilito, se fue al limbo, plácida y sosegadamente. Decía que el vacío que le quedó era su cámara sagrada, ningún hombre clavaría jamás su arpón. En las clases el profesor decía que los niños hospicianos de Teruel tenían una característica, y era que todos iban rapados al cero salvo un mechoncito en la frente. Él era asiduo de tertulias en la trastienda de una librería, donde solo se hablaba de poetas y de poesía, (eso decían). También era visitada por señores muy trajeados que solo buscaban libros “prohibidos”. Un tertuliano con las arrugas de sabiduría bondadosa, solía decir que hay quien tiene la fe en lo más profundo: en el vacío, en la nada, y otros creen en Dios, por si acaso. También comentaba que Franco primero hizo trizas a España, convirtiéndola en su cortijo; más tarde, plácida y sosegadamente, creó los pobres, y la señora Mercedes Sanz de Bobadilla, esposa de Onésimo Redondo, inventó el Auxilio de Invierno, que más tarde sería el famosísimo Auxilio Social. Muy cerca del lugar de sus paseos existía una “clínica” donde inyectaban las famosas “Wasserman”; inyecciones que servían para curar las enfermedades venéreas que los hombres se contagiaban en las casas de citas donde existían “rincones de amor cortés”. Decía entonces que muchas mujeres chillaban mucho porque eran de orgasmo contenido. El jadeo placentero como era un pecado mortal, solo lo hacían las putas. Eran los años en que cuando a alguien se le caía un trozo de pan al suelo, solía darle un beso antes de metérselo en la boca; el aragonés lo hacía cada vez que se le caía un libro, porque para él los libros sí que eran sagrados. Con su gracia andaluza comentaba que en las alocuciones del General Queipo de Llano en Sevilla, durante la guerra, había un anuncio que decía: “Oh, qué lindos colores, Tintes Revi, son los mejores”. Con esa sutileza de estas tierras, decía que era el propio general quien apostillaba su alocución política con ese anuncio. Éste andaluz, profesor depurado, encarcelado y vigilado por rojo, pasaba hambre y enseñaba a engañarla con el estudio y la cultura; haciendo historia, para que hoy en día los historiadores puedan hacer disquisiciones (sic) sobre lo que ocurrió en la grata, sosegada, tranquila y apacible dictadura de Franco, que tanto gustó al señor Oreja. Y a mi que éste señor, con esa barba de abuelito de Heidi, siempre me ha parecido tranquilo, sosegado, grato y apacible. Aunque me haya pasado un pelín con respecto al espacio, no quiero dejar en el tintero que el Yahya ese, por la parte que me toca, sea nombrado: ¡¡ PERSONA NO GRATA !! en nuestra ciudad.

Una opinión sobre el laicismo

El laicismo, según nuestra RAE, es la estricta separación entre las instituciones del Estado y las iglesias, u organizaciones religiosas, por lo tanto laico es el adjetivo que se le aplica a la persona independiente de cualquier organización religiosa. Como alguien muy bien dijo en estas páginas: “Ser laico no equivale a sentir fobia contra lo sagrado, ni mucho menos, obliga a fusilar curas o a incendiar iglesias”, frase que yo le añadiría, para ser un tanto equitativa con su final, que por cierto está de más, el obligar también a gente, pistola en mano, cantar el Cara al Sol, Viva Cristo Rey, dar aceite de ricino a mujeres peladas a rape, y fusilar en las cunetas a personas inocentes; y todo ello por el hecho de no asistir a misa, o ser de izquierdas, o sea, ser un rojo. Hay quien piensa que la ciencia es más importante que los prejuicios y las supersticiones de cualquier religión, ya que dentro de una educación laica y pública solamente se pueden transmitir conocimientos científicos y principios constitucionales: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Decía Manuel Vicent, que “La Iglesia en España tiene aun mucho poder. Es propietaria de nuestro cerebro límbico, donde residen todas las emociones que nos han inoculado antes del uso de la razón, antes de que supiéramos algo del bien y del mal, el cielo y el infierno, el miedo y la muerte, los dogmas del catecismo, las patrias, los símbolos, y las banderas. Todo ello amasado con los aromas, sonidos y sabores de los sentidos en estado de naturaleza cuando aun no se habían desarrollado. Es un disco duro que la Iglesia transmite a través de la educación; un bocado que no está dispuesta a soltar”. Yo creo que la cultura tiene su propia ideología, y ésta no puede ser otra que progresista, y nunca impuesta, y mucho menos mirando al pasado acabado. Decía Quevedo que el tiempo no vuelve ni tropieza; por eso si el cambio de nombres de algunas calles de nuestras ciudades de su antigua toponimia, se adapta a la Memoria Histórica, produce alguna que otra ampolla, habría que usar el ungüento mágico llamado: Democracia.

Sin memoria ni respeto

Ahora resulta que a mis años, después de sentir España como cualquiera de mis familiares y amigos, y haber jurado, hace un taco de años, fidelidad a la Bandera en Viator, no soy español. De verdad que me siento un poco alicaído, triste, apenado, y dado el día gris y lluvioso que hace, también melancólico, y todo es porque, el joven dirigente de NNGG del PP, de apellido Casado, dice que: “La inmensa mayoría de jóvenes españoles son del PP, y no lo saben”; también que: “Ser de izquierdas ya no está de moda, porque los de izquierdas son unos carcas”; y yo, tonto de mi, en qué estaría pensando, que siempre creí que los carcas eran los de derechas. O sea, que desde que pude discernir, y decantarme, por la acción política que me agrada hace años, y no identificándome con AP, y su sucesor, el PP, resulta que, según este joven aguerrido de derechas, soy un apátrida, y la vez un carca, como la inmensa mayoría de puretas de mi edad, y también de actuales chavales que no se identifican con su democrático partido, que creo son la inmensa mayoría de los universitarios de España. Pienso que para él, los actuales docentes españoles, jóvenes y viejos, todos son del PP, y si son de otra formación política, pertenecen a una organización satánica que adoctrinan los socialistas. Quizás sea porque éstos discuten, hablan, opinan, le llevan la contraria al sunsuncorda, que si son galgos o podencos, y después: vota cada uno como le viene en gana. Ellos no, porque su comportamiento nacional-católico, lleno de creencias religiosas heredadas, que muchos ni creen, se lo impide. Para este joven los que somos de izquierdas somos unos rojos que traicionamos a España, removiendo “La guerra del abuelo y las fosas de no sé quién”. Este chavalote, tan majo, tuvo su momento de gloria, su buen chute de moralina derechona, entre sus adeptos palmeros abanderados, y claro, con el increscendo en su discurso hizo el “totum-revolutum”, donde mezclaba la gimnasia con la magnesia, y las merinas con las churras, que mucha gente cree que calcó de lo que Hitler decía en la segunda década del siglo pasado, saliéndole un gran churro, por no decir, una gran cagada, y lo digo porque el desprecio que hizo hacia los hijos y nietos que buscan a sus familiares fusilados fue, por su ignorancia supina, muy triste, cosa que debiera hacerle reflexionar por el gran futuro que tendrá en el PP, porque con esas afirmaciones, seguro que llegará lejos, si es que no lo defenestran antes.

El efecto lavativa promovido por Papuchi

Si me lo permiten les diré que hoy me siento muy feliz, y cuando uno se siente lleno de dicha, es porque cree que ha hecho algo bueno. Primero: porque mis artículos de los Personajes y Héroes, que contribuyeron a que Melilla siga siendo española, y su cultura occidental, de sombra y ampare, con nuestra Carta Magna, a cuatro religiones distintas, son la base para que exista un debate entre personas civilizadas. Segundo: porque están sirviendo de “efecto lavativa”, como si fuese algo terapéutico para las tripas, y vías urinarias, mayormente para los que están estreñidos de rencor y de victimismo; y eso, ni que decir tiene, es estupendo. Por ejemplo: una lavativa de 1 litro de agua, de alguna hierba aromática, a 37º, que es poco más o menos la temperatura del cuerpo, introducida por el anillo de cuero, ergo ano, hace el efecto como el de alguien que ha soltado toda su demagogia peyorativa en estas páginas, llamándonos a algunos melillenses: “estopiñanos de pedigrí”, por lo de D. Pedro de Estopiñán; “colegas de genes segregacionistas”; algo así como que somos racistas de mierda, pero en fino. Según algunas personas mis artículos sobre esos héroes son como el Código Morse, donde vierto mi frustración; y yo les contesto que tendrán que joderse un tiempo, porque Melilla tiene un buen número de personajes ilustres, que trabajaron, y héroes que dieron sus vidas, para que ese alguien pueda decir lo que dice en estas páginas; así que hay “Personajes”, para rato. Si, como dicen que, algunos melillenses, de origen rifeño, marroquí, (que yo no entiendo porqué dicen amazigh, cuando de toda la vida han sido rifeños) tienen que emigrar para buscarse la jala fuera de la ciudad, ya los hubo, y siguen habiéndolos, de origen peninsular, español, que también lo hicieron, y siguen haciéndolo para poder vivir, y siempre con la dignidad de buen español y melillense, llevando, por donde van, sin chauvinismo alguno, nuestra ciudad como abanderada. Si, en mis artículos, digo que debemos mantener la cultura occidental en la ciudad, tengo todo el derecho de decirlo, porque me da la gana. Y haciendo un poco de pedagogía, también, humildemente, escribo para los que ignoran y puedan debatir, consultando datos, con coherencia y educación, pero sin faltar el respeto a nadie, como es: llamarnos racistas cada vez que su absurdo victimismo rebose de rencor, cosa que particularmente a este que les escribe, ese rencor, y ese victimismo le importa un carajo. Como alguien dice que soy uno de los “articulistas oportunos”, que recurro a la Historia, para “manipular datos, y hechos históricos, y percibo un sueldo fijo”, por favor, le ruego a la persona que esté al corriente que me diga: quiénes, donde, como y cuanto jurdó me ingresan. Lo digo por Hacienda.

D. Francisco de Quevedo y Villegas, aparte de que fue un poco pendón, y un defensor de nuestra cultura, española, por supuesto, respecto a lo escatológico que me refiero al principio, sobre el “efecto lavativa”, decía: “Spiracula culi foctida el iterata juvent ventren”; que en el idioma que nos trajo, e implantó, hace ya 512 años, D. Pedro de Estopiñán y Virués, que tan denostado está por ciertas personas, dice: “Las respiraciones hediondas del culo reiteradas alivian el vientre”. Yo también digo, y proclamo, a viva voz: ¡¡Viva la Paz!!, por supuesto, ¡joder!. Tahar Ben Jelloun en su libro: “Papá, ¿qué es el racismo?”, responde a una niña de 10 años de una manera pertinente, para una cría de su edad. Yo contestaría en Román Paladino, no a la niña, por supuesto: “¿Qué quieres que te diga?, es como la homofobia que existe en más de ochenta países islámicos, donde persiguen a los mariquitas y a las lesbianas, o el maltrato a las mujeres que apedrean, lapidándolas, porque se han acostado con otro hombre que no es su marido, clasificándolas a todas como seres inferiores. Imagínate tú un gran río de mierda licuada donde cada día abrevan un montón de cabrones intolerantes. Eso es el racismo, corazón mío”.

Un jamon en el cielo

Dice Manuel Vicent que los protestantes se relacionan con Dios de forma íntima y personal, todo lo contrario a los católicos que lo hacen ineludiblemente, a través de un cura, en el confesionario. Si un protestante comete un pecado muy chungo, grave en este caso, la culpa y el perdón lo convertirán en un neurótico, con unos dolores en cabeza, de caballo, como si alguien se la apretara con una gran tenaza, hasta que se le olvidara de respirar. En cambio, un católico, puede robar, matar, violar, y seguir llevando una vida disoluta, porque cuando la está palmando en una cama, un cura le absuelve, dándole un pase para ser recibido en el reino de los cielos, por un coro de angelitos, como si el tío no hubiese hecho nada aquí en la tierra. Por eso al cura católico hay que tenerlo siempre a mano, como una especie de enchufe, o momio, como garantía de salvación. Yo conocí a un viejo, que poco antes de dejarnos, un cura le regaló un crucifijo, y al preguntarle por ese motivo, dijo: “Puede ser que haya algo por ahí, y me sirva de salvoconducto para llegar a mi esposa, que hace pocos días murió”. Si esta misma situación religiosa es trasladada a la vida pública, todo eso de la corrupción también es distinta, según se trate de un país católico o luterano. La democracia, como todo el mundo sabe, es un sistema hecho para sacar toda la mierda a la superficie, mediante la libertad de expresión, y por medio de los periódicos, incoloros e inodoros. Aunque tampoco hay que tirar cohetes, mientras las bombas de achique funcionen a la perfección. Los protestantes, que no son idiotas, saben que los humanos tienen las manos muy largas, y tarde o temprano la meterán en la caja, de modo que garantizan toda la pasta de forma que nadie pueda guindar un céntimo. Ellos siempre tienen a varios vigilando el jurdó publico, y si lo pillan caerá fulminado por un rayo justiciero, y allá se las entiendan con Dios. En un país católico, donde la gente, con convicciones de con una mínima penitencia. Sin ir mas lejos, ahora en España, se pueden ver dándose un garbeo, como cadáveres vivientes, unos políticos llenos de mierda por la corrupción, que andan a la espera de ser absueltos por las urnas para volver a apoltronar sus grandes culos en sus poltronas (con redundancia), para volver, entre aplausos de sus fieles palmeros; como el cura que, en plena agonía, confiesa y absuelve al creyente de cualquier crimen, para que este pueda entrar en el reino de los cielos, con un jamón, y una botella de Rioja, en las mil años de confesionario, las cabronadas pueden ser perdonadas manos, para invitar a todos los colegas que le precedieron.

Juan J. Aranda

Yahya

YAHYA, EL BARRANCO DEL LOBO, Y SU CHARLA COLOQUIO

En este periódico, del domingo 8 de noviembre, leo la noticia de que el alcalde de Beni Enzar-Farhana, Yahya, va colocar un monolito, en “reconocimiento de los héroes marroquíes (rifeños) frente a aquéllos que quisieron colonizarlos”. También se refiere, según él, cuando el 28 de diciembre de 1909, se le infringió “una grave derrota al ejército español en el Barranco del Lobo, en el que murieron 800 españoles, y el General que estaba al mando, D. Guillermo Pintos”. Según las hemerotecas fueron 150 muertos y casi 600 heridos. Igualmente quiere organizar una charla coloquio, en la que esté presente, entre otras personas, la historiadora, María Rosa de Madariaga, y Mustafá Ktri, ilustre personaje de los Antiguos Combatientes del Ejército Marroquí. Dice que todo va a ser como “un homenaje a aquéllos combatientes que realizaron la gesta de la victoria en el Barranco del Lobo sobre el Ejército Español en la Guerra de África de 1909”. Yo me hago varias preguntas: ¿Quiénes han sido los lumbreras que han elegido a semejante masca-brevas, Presidente de la Comisión de Amistad Hispano Marroquí de los Senados de ambos países?; porque igualmente hubiera sido también Presidente de los Bollos con Manteca. A mi me agradaría preguntarle, por ejemplo, cuando el 7 de julio de 1909: Mohamed Mizzián, Chandly, de Mazuza, Abdelkader, de Beni Sicar, Al Cal de Beni Sidel, Mohan Mizzián, de Beni Bugafar, y Omar, de Mtalza, con su fogosidad, y odio a los españoles, porqué animó a todos ellos a la lucha, sin piedad, contra el infiel. Lamentablemente, dos días después, el 9 de julio, (calle en el Real), esa lucha sin piedad se materializó con los asesinatos, a sangre fría, de los indefensos obreros de la línea del ferrocarril, en la 2ª Caseta: Emilio Esteban, Cristóbal Sánchez, Salvador Pérez, y Tomás Almeida. También, a mucha gente nos gustaría saber si en esa charla-coloquio, se comentará cuando el 29 de septiembre de 1909, a las 7,55 horas de esa mañana, un oficial con seis soldados de la Disciplinaria, plantaron la bandera española, y las salvas de alegría disparadas desde el Cerro de Camellos, naciendo la famosa jota: “Hoy la Virgen del Pilar/ nos dio valor y salud/ para poder escalar/ el alto del Gurugú”. Y sobre la muerte del glorioso General D. Guillermo Pintos Ledesma, sabe muy bien que murió por una bala traicionera de uno de los muchos franco-tiradores que se apostaron en esas rocas, dando fama al lugar donde cayó como: “La Piedra Pintos”.

También deberá comentar la horrenda muerte que tuvo el Pretendiente Yilali Ben Salem Dris Mohamed el Zherumi, “Bu Hamara”, también llamado “El Hombre de la Burra”, amigo de España, cuando cayó en las manos del Sultán, Muley Hafid, por ser eso, su Pretendiente. También hablar del art. 4º del Convenio de 1894, en el que autoriza Marruecos a España para ocupar parte de los límites fronterizos de Melilla, en evitación de los desmanes que pudieran hacer los belicosos fronterizos, que no respetaban ni al Sultán, ni al mismo Roghi, quien era de lo más sanguinario con sus prisioneros. Por lo tanto los que atacaron a las tropas españolas en el Gurugú, no eran tropas regulares del Ejército de Marruecos, sino los sicarios de los que se reunieron el 7 de julio para dar muerte a los “españoles infieles”.

Juan J. Aranda

jueves, 12 de noviembre de 2009