La adolescencia, y juventud, transcurridas durante el periodo de la dictadura, para algunos de mi edad, fue algo severo: “Hijo, tú nunca te metas en política, ni te apuntes a ningún partido”, me decía mi abuela. Quienes podían hablar de política eran los políticos, o sea, los “jerifaltes” del régimen; y quienes osaban hacerlo en las siniestras trastiendas de la dictadura, a escondidas, claro está, o los fichaban por rojos, o los encerraban en la cárcel. Y si te hacías amigo de personas de dudosa afinidad política, tus jefes, te decían que eras un “rojete alborotadillo”, cuando realmente eras un fiel cumplidor de tu trabajo, con un inmaculado expediente. Otros, cuando te veían con un libro, o periódico, debajo del brazo, te decían que eras un “sobaco ilustrado”. Y cuanta razón llevaban, porque algunos de esos libros, forrados con papel de estraza, eran de poetas mal vistos por el régimen, como Antonio Machado, que leías, con un ojo avizor, en los vagones del metro, o en tu cuarto realquilado: “Se le vio, caminando entre fusiles,/ por una calle larga,/ salir al campo frío,/ aun de madrugada./ Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle la cara./ Todos cerraron los ojos;/ rezaron: ¡ni Dios te salva!. / Muerto cayó Federico/ (…)”. Muerto Franco, cuando el advenimiento de la democracia, los que ya éramos adultos, y con unas grandes dosis de candidez, y de romanticismo, nos sentimos como agraciados, aunque con la pena de que fuese por la herencia de la sangre, el sudor, y muchas lágrimas, que nos dejaron nuestros mayores por el camino. Entonces todo el mundo creía en el espíritu de servicio que todo político debe tener al ocupar un cargo público, sea en el gobierno o en la oposición. En la actualidad el espectáculo tan bochornoso que algunos de ellos nos están brindando a la ciudadanía, es de una desfachatez, rayana en la desvergüenza supina. El ejemplo, sin nombrar el chaparrón que le está cayendo a diario al PP, el alcalde de Alcaucín, pueblo cercano a Vélez Málaga, ya no pertenece al PSOE, sus dirigentes, fulminantemente, le han dado puerta por su detención al ser imputado en una trama de hechos delictivos. Al de Alhaurín el Grande, del PP, el que dijo que estábamos en la república bananera de Zapatero, en vez de hacer con él igual, un compañero suyo dice que es “una persecución política del PSOE, en connivencia”, pero no dice con quién es esa connivencia. Todo esto de mirar la paja en el ojo ajeno y no darse cuenta de la viga que se lleva en el propio, viene a cuento cuando aquél mal estudiante que enumerando, a petición del profesor, las propiedades características del sulfhídrico (azufre e hidrógeno) al buen tuntún vino a decir que era un ácido de olor agradable, y como el profesor, asombrado, porque ese ácido huele a demonios, o a huevos podridos, le pasase una muestra por la nariz, el estudiante cínico y caradura, con teatral delectación, como si oliera un bizcocho, relleno de crema, exclamó: “¡Y a mí, que me gusta..!”.
sábado, 14 de noviembre de 2009
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