sábado, 14 de noviembre de 2009

El efecto lavativa promovido por Papuchi

Si me lo permiten les diré que hoy me siento muy feliz, y cuando uno se siente lleno de dicha, es porque cree que ha hecho algo bueno. Primero: porque mis artículos de los Personajes y Héroes, que contribuyeron a que Melilla siga siendo española, y su cultura occidental, de sombra y ampare, con nuestra Carta Magna, a cuatro religiones distintas, son la base para que exista un debate entre personas civilizadas. Segundo: porque están sirviendo de “efecto lavativa”, como si fuese algo terapéutico para las tripas, y vías urinarias, mayormente para los que están estreñidos de rencor y de victimismo; y eso, ni que decir tiene, es estupendo. Por ejemplo: una lavativa de 1 litro de agua, de alguna hierba aromática, a 37º, que es poco más o menos la temperatura del cuerpo, introducida por el anillo de cuero, ergo ano, hace el efecto como el de alguien que ha soltado toda su demagogia peyorativa en estas páginas, llamándonos a algunos melillenses: “estopiñanos de pedigrí”, por lo de D. Pedro de Estopiñán; “colegas de genes segregacionistas”; algo así como que somos racistas de mierda, pero en fino. Según algunas personas mis artículos sobre esos héroes son como el Código Morse, donde vierto mi frustración; y yo les contesto que tendrán que joderse un tiempo, porque Melilla tiene un buen número de personajes ilustres, que trabajaron, y héroes que dieron sus vidas, para que ese alguien pueda decir lo que dice en estas páginas; así que hay “Personajes”, para rato. Si, como dicen que, algunos melillenses, de origen rifeño, marroquí, (que yo no entiendo porqué dicen amazigh, cuando de toda la vida han sido rifeños) tienen que emigrar para buscarse la jala fuera de la ciudad, ya los hubo, y siguen habiéndolos, de origen peninsular, español, que también lo hicieron, y siguen haciéndolo para poder vivir, y siempre con la dignidad de buen español y melillense, llevando, por donde van, sin chauvinismo alguno, nuestra ciudad como abanderada. Si, en mis artículos, digo que debemos mantener la cultura occidental en la ciudad, tengo todo el derecho de decirlo, porque me da la gana. Y haciendo un poco de pedagogía, también, humildemente, escribo para los que ignoran y puedan debatir, consultando datos, con coherencia y educación, pero sin faltar el respeto a nadie, como es: llamarnos racistas cada vez que su absurdo victimismo rebose de rencor, cosa que particularmente a este que les escribe, ese rencor, y ese victimismo le importa un carajo. Como alguien dice que soy uno de los “articulistas oportunos”, que recurro a la Historia, para “manipular datos, y hechos históricos, y percibo un sueldo fijo”, por favor, le ruego a la persona que esté al corriente que me diga: quiénes, donde, como y cuanto jurdó me ingresan. Lo digo por Hacienda.

D. Francisco de Quevedo y Villegas, aparte de que fue un poco pendón, y un defensor de nuestra cultura, española, por supuesto, respecto a lo escatológico que me refiero al principio, sobre el “efecto lavativa”, decía: “Spiracula culi foctida el iterata juvent ventren”; que en el idioma que nos trajo, e implantó, hace ya 512 años, D. Pedro de Estopiñán y Virués, que tan denostado está por ciertas personas, dice: “Las respiraciones hediondas del culo reiteradas alivian el vientre”. Yo también digo, y proclamo, a viva voz: ¡¡Viva la Paz!!, por supuesto, ¡joder!. Tahar Ben Jelloun en su libro: “Papá, ¿qué es el racismo?”, responde a una niña de 10 años de una manera pertinente, para una cría de su edad. Yo contestaría en Román Paladino, no a la niña, por supuesto: “¿Qué quieres que te diga?, es como la homofobia que existe en más de ochenta países islámicos, donde persiguen a los mariquitas y a las lesbianas, o el maltrato a las mujeres que apedrean, lapidándolas, porque se han acostado con otro hombre que no es su marido, clasificándolas a todas como seres inferiores. Imagínate tú un gran río de mierda licuada donde cada día abrevan un montón de cabrones intolerantes. Eso es el racismo, corazón mío”.

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